Salmo 91:12

Te sostendrán con sus manos
para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.

Este Salmo 91 es recurrente para los períodos de crisis ya sea familiar, de la naturaleza o sanitaria.  Se lee casi completo justamente para infundir ánimo, esperanza y consuelo.

La imagen de este versículo me trae recuerdos de mi infancia cuando me caía y llegaba a mi nariz el olor de la tierra y el dolor en mis rodillas que sangraban por algunos minutos.  Ahí siempre deseaba que alguien estuviera para recurrir en mi ayuda.  Y eso ocurría, o era mi mamá, mi papá o mi hermano mayor.  Quizás en eso estaba pensando el salmista al escribir esta poesía que se ha transformado en una oración. Así como uno quiere tener a alguien que lo proteja y lo ayude en momentos difíciles, así el salmista crea varias imágenes de seres vivos o creados que brindan protección y ayuda. Cuando uno se cae o se tropieza necesita una mano que lo levante o lo ayude para no caer. ¿Dónde están esas manos hoy?, ¿Con qué tropezamos hoy?, ¿Cuáles son las piedras que se interponen en nuestro camino y en el camino de la Iglesia?

Hoy como ayer necesitamos esa mano que nos levante ante los nuevos desafíos que nos hacen tropezar y caer.  Uno de ellos puede ser la mala interpretación que se hace de la Biblia. Otra puede ser la mala interpretación que hacemos de la realidad. También las desilusiones que se producen en la vida cristiana con líderes, pastores y misioneros. O la poca pertinencia y relevancia que tiene la Iglesia justamente en las crisis. Pero a pesar de todas estas posibles caídas o tropiezos, los cristianos confían que la mano de Dios los sostiene ante estas situaciones y eso se manifiesta a través de las manos concretas de las personas que conforman las iglesias, u otras manos y brazos de personas que Dios usa para sostenernos y no caer en las vicisitudes de la vida. A esto apela el cristiano pidiendo la ayuda de Dios y confiando en él que será sostenido por sus manos poderosas de no caer y así sentirse protegido con su poder que se manifiesta en las tareas cotidianas.

¿Cómo has experimentado la mano de Dios apoyándote esta semana? Toma un minuto y agradece por las personas que Dios usó para hacerte sentir esa ayuda. ¿Cómo puedes tú ser de apoyo y ayuda a otros? Te invito a tomar unos minutos ahora mismo, y dialogar con Dios sobre ideas o cargas que él te ha puesto que vienen a tu mente y corazón. ¿De qué forma práctica puedes extender tu mano a tu prójimo hoy?

Escrito por Patricia Tamara Cofre