Devocionales

Estudio de salmo 91:16

Salmo 91:16

Los recompensaré con una larga vida
y les daré mi salvación

Junto con mi iglesia, hemos hecho el continuo esfuerzo de hacer llegar provisión a los hermanos más vulnerables de la congregación. Nos hemos encontrado con diferentes situaciones difíciles. Aquellos que viven al día que no han podido trabajar, hermanos de la tercera edad propensos a muchas enfermedades y familias numerosas para quienes es complicada la repartición de alimento. Pero una de las cosas más frustrantes, ha sido no encontrar los medios para proveer a tantas necesidades. Y ante sentirme inútil e impotente, recientemente Dios trajo un recordatorio importante de su fidelidad. Sí, veo que estos momentos cuando mi pobreza se hace presente, son oportunidades para confiar en lo que no se ve, y observar a Dios obrar de maneras sorprendentes. Es cuando encuentro mi límite que puedo aferrarme a las promesas de aquél que es sin límites y que en este momento solo me dice: “Los recompensaré con larga vida, y les daré mi salvación.”

Es importante ver estas promesas- de recompensas, larga vida, y salvación- bajo el contexto de que la esperanza del futuro con Jesús son para esta vida y la vida eterna. Es decir, no sabemos si podremos ver ciertas promesas manifestadas en su totalidad por ahora, pero sí podemos saber con certeza que las veremos. Estas promesas nos hablan del carácter de un Dios atento a nuestro clamor, amoroso, y fiel. Él cumplirá, y por eso podemos confiarle. Ya sea que lo cumpla en nuestras vidas como en la de Job (recibiendo restituciones físicas), o quizás como a los apóstoles que sacrificando todo por Jesús acumularon para si un mayor tesoro celestial. Pero en ambos casos su fé estaba firme en que Dios hacia lo mejor para sus hijos y cumpliría cada promesa.

Bajo ese sentir, recientemente experimenté un recordatorio de su fidelidad, ya que al verme en la impotencia de no poder brindar provisión a los hermanos, recibimos la generosa ayuda de un grupo de hermanos del extranjero. Ellos, por iniciativa propia y sin conocernos, decidieron dar al saber de la situación difícil que estamos atravesando. Para mí fue precioso ver cómo fueron movidos a misericordia, mostrándonos lo que es ser iglesia, lo que es ser cuerpo, lo que es estar unidos por el vínculo más sólido e imperecedero, el de Cristo. Gloria a Dios porque el mueve a quien quiere y como quiere para ayudar a sus santos, para alimentar a sus hijos, para decirnos con estos tiernos gestos que está aquí, que no nos ha abandonado en medio del dolor. Que está, siempre ha estado y siempre estará bajo control.  .

¿Cuáles promesas de Dios necesitas recordar tu en tu vida hoy? ¿Cómo puedes leerlas, anhelarlas, llorar y descansar en ellas por lo que estás atravesando? ¿De qué manera has podido percibir la presencia de Dios contigo esta semana? Te invito a tomar todas las promesas de este salmo, y junto con el Espíritu Santo busca aceptarla en tu vida. Trata de conscientemente dejarte llenar por la protección de paz y  amor que tu Dios fiel te ofrece.

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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Devocionales

Estudio de salmo 91:15

Salmo 91:15

Cuando me llamen, yo les responderé;
estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré.

Era de madrugada, cuando de repente se despertó, adolorido, asustado y con un instrumento médico dentro de su garganta que le apretaba fuertemente.  Quiso sacárselo a la fuerza pero alguien lo impidió, lo calmo, quitó su dolor con alguna medicina y luego aquel joven pudo descansar bien esa noche. Después de algunos días, este paciente fue dado de alta del hospital y cuando le contaron toda la historia de ese día recuerda con profundo cariño y respeto a aquel médico desconocido que estuvo junto a él, que lo libró del dolor y de la desesperación y finalmente lo curó. Por un accidente que casi le cuesta la vida, ese muchacho llegó a conocer a aquel “héroe” que no descanso sino estuvo cuidando de él todo ese tiempo.

Si bien esta historia de aquel paciente joven se puede repetir una y otra vez en diferentes situaciones y contextos, la vida nos da la oportunidad de conocer a aquellos diferentes héroes íntegros de carne y hueso, y que en algunas ocasiones incluso llegan a dar su vida por otros en cumplimiento de su deber. ¿Has pensado en Jesús cómo un héroe de esa manera? Cuan más grande es el amor de Dios por sus hijos, y Él jamás podrá retractarse de su palabra y de su promesa. Podemos estar totalmente seguros que cuando le llamemos, Él siempre estará ahí sin importar día ni hora, por cualquier situación que estemos enfrentando Dios nos escuchara y más aún nos responderá.

A pesar de que en ocasiones sentimos que solo podemos percibir su silencio como respuesta; no nos desanimemos, que aquel buen Dios está pronto a ayudarnos y a librarnos de nuestras angustias. No sabemos cómo, pero Dios siempre cumple su promesa.  Alguien dijo alguna vez, “Lo mejor no es conocer la respuesta, sino conocer a Dios.” Si lo conocemos de esa manera profunda, sincera y simple Dios se manifestará en nuestras vidas. Y no solo que nos libra, dice su promesa, ¡sino que nos glorifica! En otras palabras, nos eleva y nos reconoce como sus hijos. El libro de Hebreos dice: “Sin fe no es posible agradar a Dios…” Con lo único, pero lo más importante, que contamos se llama fe.

¿Qué testimonios puedes dar sobre su amor, su compasión y su perdón en tu propia vida o de tu familia? Toma un momento y agradécele por eso declarándole que Él jamás te ha fallado hasta ahora. Dile a tu alma “lo he buscado y me ha respondido.” ¿Puedes abrazar esa verdad y creer que Dios siempre está contigo?  Ciertamente Dios es para nosotros como un héroe; aquel “héroe” que nunca descansa.

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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Estudio de salmo 91:14

Salmo 91:14

El Señor dice: “Rescataré a los que me aman;
protegeré a los que confían en mi nombre.”

Isaac, uno de los seis mineros atrapados desde hacía ya catorce días, tomó lo que sintió era su última bocanada de aire y gritó con todas sus fuerzas. Sus colegas perseguían en silencio el rastro del bramido atravesando los 500 metros que los separaban de la superficie, con la esperanza de que esta vez alguien los escuchara. Pero no hubo respuesta. Isaac y sus amigos se acomodaron para dormir en la estrechez que les salvó la vida, abrigados solo por el espíritu de solidaridad que los animaba. Al día siguiente se repartieron las últimas raciones de alimento, y al otro sorbieron las últimas gotas de agua. Al tercer día, la complicidad de cruzar juntos el portal de su destino, los hermanaba aún más. De pronto, el sonido de un taladro que se abrió lugar cerca de ellos, rompió el silencio de la resignación y abrió el camino de la esperanza. 24 horas después, todos los mineros estaban a salvo en la superficie. Mientras Isaac y sus amigos abrazaban a sus familiares, uno de los rescatistas dijo a la prensa que tres días antes se habia dado la orden de cancelar las labores de rescate, pero justo antes de comenzar a retirar la maquinaria, el equipo registró las ondas de lo que parecía ser un grito proveniente de algún lugar a 500 metros de profundidad y se retomaron las acciones con mucha más diligencia. Luego se supo que las ondas que el equipo captó, fueron del grito que Isaac exclamó con todas sus fuerzas.

Como Isaac, muchos hemos gritado desde las profundidades más insondables de nuestra existencia, desde el fondo al que alguna desavencia nos ha empujado, sepultando nuestras esperanzas y ahogando nuestra fe. Pero desde ahí, desde el lugar de nuestra sepultura, podemos intentar una vez más gritar, llamar sin darnos por vencido, porque hay quien dice: “Cuando me llames, yo responderé y estaré contigo en la angustia”. Es cierto, cuando estamos en el fondo del abismo, gritar podría parecer inútil, pero no lo fue para Isaac, y no lo es para nosotros. Clamar a viva voz en medio del dolor, es romper el silencio, como el Cristo de la cruz clamó desde la cruz: ¡Dios mío!, ¡Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? No porque había perdido la fe en su Padre, sino, porque es precisamente ahí, en el dolor, donde la fe legítima grita y clama, porque sabe que su clamor encontrará respuesta, y que su Salvador “lo rescatará y lo protegerá”. Y así como la bendición del clamor de Jesús tocó muchísimas vidas, el clamor de Isaac también rescató la vida de sus compañeros. No olvidemos que como hijos de Dios, también somo intercesores, y cuando decidimos clamar a él, la bendición que recibimos es para también bendecir a los demás.

Te invito a tomar un momento de reflexión y permitirte identificar aquello que tu alma anhela. ¿Qué cosas gritan dentro de ti que necesitas expresarle a tu Dios? ¿Clamas por paz, salud, seguridad, provisión económica? Te animo a que también extiendas tu clamor a interceder por tu familia, tu comunidad, tu ciudad, tu país, y por algún otro lado del mundo. Solo Dios nos rescatará y protegerá.

Escrito por José L. Verdi

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Estudio de salmo 91:13

Salmo 91:13

Pisotearás leones y cobras;
¡aplastarás feroces leones y serpientes bajo tus pies!

Este texto es enigmático donde se plantea que la persona que es protegida por Dios tendrá el poder de aplastar a fieras, y serpientes y también a los leones y víboras. Cuando se escribió este salmo encontrarse con ese tipo de animales salvajes parece que era bastante común, se vivía en esas sociedades y la seguridad personal dependía de la valentía y la fortaleza personal.  Los tiempos han cambiado y hoy, siendo que el ochenta por ciento de la población mundial vive en ciudades, las “fieras y las víboras” en nuestras vidas son otras. Las amenazas que nos presenta la ciudad son diferentes, pero también reconocemos que vivir en ciudades tiene muchas ventajas. Los citadinos quizás hoy para conocer un león o una serpiente tenemos que ir a un zoológico o verlo a través de un video.

Recuerdo la primera vez que vi un león y algunas serpientes, y fue en el antiguo zoológico de Santiago de Chile que se encontraba en el cerro San Cristóbal de la capital. Me causo una impresión fuerte y di gracias que estaba enjaulado.  Y las serpientes también me causaron temor, enrolladas en algunas ramas y sacando su lengua.  No son animales que uno quisiera tener de encontrarse o enfrentar.

Hoy en día, muchos confían en la policía para que de alguna manera los protejan de los asaltantes en la ciudad.  Pero, ¿quién nos puede librar y proteger de la envidia, la ira, los deseo o apegos descontrolados, y otras fieras que merodean en nuestra mente? Los amigos budistas han trabajado mucho estos aspectos y han aportado bastante al tema.  Pero creo que en la Biblia y en especial en los evangelios, Jesús con su vida y sus palabras nos enseña mucho al respecto. De alguna manera el control que tengamos de nuestra mente es clave para la vida cotidiana y para poder tener paz y reflejar esa armonía con Dios, las demás personas, con nosotros mismos y con la creación.  La meditación, la oración y la reflexión son herramientas que nos ayudan en esta tarea, lo que los maestros de espiritualidad llaman la vida contemplativa.  Es algo que debemos recuperar hoy con urgencia los que vivimos en grandes ciudades.

¿Cuáles son esas fieras en tu vida? Nombra dos o trés específicamente. ¿Deseas que Dios te empodere para derrotarlas? ¿Puedes imaginar cómo sería tu vida si tú, por el poder de Dios en ti, dominaras a estas amenazas en vez de que ellas te dominen a ti? Te invito a escoger UNA disciplina contemplativa (meditación, oración intensional, reflexión de textos bíblicos, o memorización de la Biblia) que quisieras practicar para combatir alguna de esas áreas.

Para terminar, ora a Dios pidiéndole que te guíe en cómo aplicar esta disciplina. Después, te animo a crear una estrategia simple y practica para implementar esta semana (por ejemplo, memorizaré un versículo para combatir mi ansiedad y lo repetiré cada mañana al comenzar el día). ¿Ya lo tienes? Compártelo con un amigo o familiar.

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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Devocionales

Estudio de salmo 91:12

Salmo 91:12

Te sostendrán con sus manos
para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.

Este Salmo 91 es recurrente para los períodos de crisis ya sea familiar, de la naturaleza o sanitaria.  Se lee casi completo justamente para infundir ánimo, esperanza y consuelo.

La imagen de este versículo me trae recuerdos de mi infancia cuando me caía y llegaba a mi nariz el olor de la tierra y el dolor en mis rodillas que sangraban por algunos minutos.  Ahí siempre deseaba que alguien estuviera para recurrir en mi ayuda.  Y eso ocurría, o era mi mamá, mi papá o mi hermano mayor.  Quizás en eso estaba pensando el salmista al escribir esta poesía que se ha transformado en una oración. Así como uno quiere tener a alguien que lo proteja y lo ayude en momentos difíciles, así el salmista crea varias imágenes de seres vivos o creados que brindan protección y ayuda. Cuando uno se cae o se tropieza necesita una mano que lo levante o lo ayude para no caer. ¿Dónde están esas manos hoy?, ¿Con qué tropezamos hoy?, ¿Cuáles son las piedras que se interponen en nuestro camino y en el camino de la Iglesia?

Hoy como ayer necesitamos esa mano que nos levante ante los nuevos desafíos que nos hacen tropezar y caer.  Uno de ellos puede ser la mala interpretación que se hace de la Biblia. Otra puede ser la mala interpretación que hacemos de la realidad. También las desilusiones que se producen en la vida cristiana con líderes, pastores y misioneros. O la poca pertinencia y relevancia que tiene la Iglesia justamente en las crisis. Pero a pesar de todas estas posibles caídas o tropiezos, los cristianos confían que la mano de Dios los sostiene ante estas situaciones y eso se manifiesta a través de las manos concretas de las personas que conforman las iglesias, u otras manos y brazos de personas que Dios usa para sostenernos y no caer en las vicisitudes de la vida. A esto apela el cristiano pidiendo la ayuda de Dios y confiando en él que será sostenido por sus manos poderosas de no caer y así sentirse protegido con su poder que se manifiesta en las tareas cotidianas.

¿Cómo has experimentado la mano de Dios apoyándote esta semana? Toma un minuto y agradece por las personas que Dios usó para hacerte sentir esa ayuda. ¿Cómo puedes tú ser de apoyo y ayuda a otros? Te invito a tomar unos minutos ahora mismo, y dialogar con Dios sobre ideas o cargas que él te ha puesto que vienen a tu mente y corazón. ¿De qué forma práctica puedes extender tu mano a tu prójimo hoy?

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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Devocionales

Estudio de salmo 91:10

Salmo 91:10

ningún mal te conquistará;
ninguna plaga se acercará a tu hogar.

¿Quién pudiera ser inmune a los problemas y las enfermedades?

Hoy por hoy China, EE. UU. e incluso el Reino Unido han anunciado grandes y fuertes investigaciones para encontrar la vacuna al virus conocido como COVID-19. Si alguno de estos equipos científicos tuviera éxito sería el descubrimiento científico más grande y útil de los últimos tiempos.

Según la Organización Mundial de la Salud se entiende por vacuna “cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos.”  Dicho en otras palabras, la vacuna es la preparación de un virus atenuado o leve que se introduce a nuestro cuerpo y actúa en nuestro sistema inmunológico provocando que el propio sistema genere defensas para que ataque a este virus y lo derrote. La vacuna es entonces la capacitación a las defensas de nuestro sistema inmunológico con una estrategia para atacar el virus si es que se presenta en el cuerpo de una persona.

En estos días de conmoción, miedo y desolación por la presencia de una pandemia global que azota a la humanidad, todo esto ha provocado que busquemos en la biblia una esperanza de inmunidad al COVID-19, sin embargo sería engañoso creer que los hijos e hijas de Dios somos inmunes y que la plaga no entrará en nuestras moradas; la realidad es que no es tan sencillo.

¿Entonces cómo interpretar este versículo? La palabra plaga se nombra 68 veces en la Biblia, 60 en el antiguo testamento y 8 en el nuevo testamento, lo cual ya nos da una clave de esperanza que descansa en la presencia de Cristo en la humanidad. Los inmunes serán entonces quienes estuvieron capacitados y supieron tener estrategias para derrotar la plaga. ¿Estamos capacitándonos sobre el manejo adecuado de una pandemia? ¿Estamos siendo estratégicos para derrotar este virus? Preguntas que debemos hacernos de forma individual, familiar y colectiva.

La esperanza de inmunidad si existe hoy, pero radica en la disciplina de las medidas sanitarias que los organismos autorizados están dando, en ser estratégicos en ayudar a los desprotegidos y necesitados de esta pandemia, es cuidar espiritualmente de nuestras comunidades, sin descuidar de nuestro autocuidado, ser sal y luz.

El COVID-19 está obligando a los cristianos del mundo, a Su iglesia, a ser las defensas y ganar esta lucha contra este virus.

¿Quieres ser inmune y transmitir inmunidad? ¿Cómo te estás capacitando? ¿Cómo estas capacitando a otros?

Escrito por Mayra Soria

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Devocionales

Estudio de salmo 91:9

Salmo 91:9

Si haces al Señor tu refugio
y al Altísimo tu resguardo.

La porción bíblica traída para la reflexión de hoy llama a Dios por un nombre sagrado Dios Altísimo (Elyón –  עליון) que viene del hebreo cuyo significado describe una de la características de Dios.

¿Cómo podemos entender a Dios Altísimo en medio del temor?

Creo que todos podemos recordar cuando fuimos niños y niñas, travesuras que a la luz de nuestros años quizá ya no podrían ser tan graves, pero que en el momento en que lo cometimos, pensamos que era nuestro fin.

Yo podría hablar de algunas travesuras propias y de mis hermanos en donde tuve que correr y esconderme por miedo al castigo, esas memorias pueriles me hacen recordar el terror al castigo de mi padre un hombre bueno pero muy rígido al que no se le podía explicar nada y que creía que el castigo físico era el método más eficaz de corrección.

Aunque era muy pequeña e inocente sabia dos cosas muy claramente sin que nadie me las hubiera enseñado:  Uno, que los adornos que rompí eran costosos y que la furia de mi padre iba a caerme encima; pero en la misma fracción de segundos que articulé ese pensamiento, mi cerebro y corazón elaboraron la esperanza de protección que en esos años era la casa de mi abuelo paterno quien vivía junto a nosotros y a donde corrí inmediatamente a refugiarme.

Sabía que mi papá tenía el poder de reprenderme y muy fuertemente pero también sabía que por encima de mi papá existía una autoridad más grande que era mi abuelo Julito, a quien él también respetaba. Mi abuelo siempre nos protegía, nos mimaba con golosinas y yo sabía a mi corta edad que él no iba a dejar que ni mi madre o padre pudieran aplicar sus correcciones, al menos no en su presencia.

Lo que fue perceptible para mi cuando era niña, está presente también en nuestro ADN espiritual. Reconocemos que los problemas, las tribulaciones que estamos viviendo son graves y sobrepasan nuestras capacidades, pero inmediatamente buscamos el refugio de esperanza que nos protege con autoridad y poder, nuestro Señor.

Si lo que hoy vivimos nos llena de terror y temor refugiémonos en el que tiene el poder y la autoridad, nuestro Abba nuestro Papito Dios.

¿Tienes hoy temor? ¿Cómo podrías de forma práctica correr al Altísimo en esos momentos de angustia? ¿Cómo puedes apuntar a otros hacia ese refugio?

Escrito por Mayra Soria Escobar

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Devocionales

Estudio de salmo 91:7 – 91:8

Salmo 91:7

Aunque caigan mil a tu lado,
aunque mueran diez mil a tu alrededor,
esos males no te tocarán.

¿Cómo sería tener una vida sin amenazas? ¿Cómo sería una vida sin enemigos? ¿Cómo sería si simplemente pensáramos como un niño que se siente amado, protegido y confiado?

Leyendo este versículo del Salmo 91 con mi hijo de 11 años, me llevé una gran lección. El es hijo único, con buena salud, y- debo admitir- cuenta con un par de padres sobreprotectores que parecen siempre estar encima cuidando que nada le pase. Terminamos de leer este versículo y le pregunté, ¿Qué piensas o que sientes tú con este versículo? Yo esperaba una respuesta parecida a la mía. Algo así como, Siento orgullo porque los “otros”, los “malos” sufrirán y yo no porque soy elegido, porque yo soy bueno. Pero grande fue mi sorpresa cuando él me respondió – me causa tristeza. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Triste porque a ti no te pasó nada? Y me lo explicó –mamá lo que pasa es que si caen mil o diez mil personas alrededor mío es triste, debe haber muchas familias llorando por las muertes, o sufriendo por la enfermedad o lo que sea que les afectó. Ahí lo pude ver… ¡Cuánta misericordia! Sentir el dolor de los que sufren sin importar si son “malos” o si son mi amenaza, es humanizarme al tal punto de descubrir que “los otros” tienen emociones, sufrimiento y dolor igual que yo, que son creados a imagen de Dios igual que nosotros. Pero claro, somos seres humanos caídos, nuestras relaciones están rotas, sentimos amenazas de los demás, y en nuestras mentes los hacemos nuestros enemigos. Comenzamos a concluir que simplemente son malos y merecen lo que les pasa si algo malo les sucedió. Mirando desde la óptica de la misericordia no es así. Si yo no sufro no es porque soy mejor que ellos, es simplemente porque la gracia de Dios lo permitió así. Solamente podemos sentir ese tipo de amor cuando somos llenos de amor, cuando vemos a nuestro Dios que nos protege y cuando estamos confiados que todo lo que el haga será para acercarnos más a él. En Romanos 12:2 Dios nos pide que busquemos cambiar nuestra manera de pensar para conocer lo que Dios quiere para la humanidad. Si al ver el sufrimiento de otros nos dolemos, podemos decir que tenemos algo de la mente de Dios en nosotros.

Cuando vemos en las noticias o cerca de nosotros a tantas personas sufriendo por lo que esta sucediendo, ¿tenemos misericordia y sufrimos con su dolor? ¿O simplemente nos decimos a nosotros mismos que por su maldad están sufriendo lo que sufren? Que nos ayude Dios a ser transformados cada día para tener su mente y mirar con sus lentes, desde Su corazón.

Escrito por Patricia Tamara Cofre

Salmo 91:8

Simplemente abre tus ojos
y mira cómo los perversos reciben su merecido.

Adaptado de los “12 Pasos Importantes Para Transformar tu Vida” de Janet Pérez

En los tiempos que vivimos, hemos sido testigos que el encuentro de la muerte es tanto con pobres como con ricos. El rico morirá en un lecho rodeado de comodidad y confort; mientras que el pobre lo hará en una humilde y sencilla cama. Pero al final, la muerte habrá llegado a ambos. Reflexionar sobre la “recompensa de los impíos,” es decir la muerte, debe reestructurar nuestra manera de pensar. Recordemos que la Biblia declara que todos somos impíos delante de Dios porque todos hemos pecado contra él; y que solo por Cristo podemos tener, como el salmista, la certeza y paz de ser llamados hijos perdonados. Por el sacrificio de Jesús ya no somos impíos sino herederos y Su cuerpo en esta tierra.

Debemos darnos cuenta de dónde venimos. Quienes éramos antes de Cristo y lo que eso implicaba ante el riesgo de la muerte. Despertemos a la realdad que somos Su iglesia, y que con ese regalo también nos dio importante responsabilidad. Te invito hoy, a reflexionar en el importante rol que tenemos como iglesia en estos tiempos críticos; que, como señala el versículo, al ser testigos de las asechanzas de la muerte ante los que aún son impíos, que no nos quedemos indiferentes.  Te invito a tomar este momento para solamente ver esta pandemia como una invitación a re-pensar en cómo no volver a ser los mismos, para que experimentemos un nuevo renacer como iglesia y como cristianos.

Te animo a leer detenidamente los siguientes 12 pequeños pasos reflexionando en cómo renovar nuestro pensamiento, y reevaluar nuestra actitud para experimentar una nueva conexión con Dios.

  1. En lugar de preocuparnos por el mañana, caminemos en Su Palabra hoy compartiéndola con los demás
  2. No le pidamos a Dios que elimine nuestro miedo, sino que remueva nuestra duda de que Él lo hará. Seamos sembradores de esperanza.
  3. No sucumbimos a la autocompasión; lo entregamos todo a Dios y vemos las necesidades de otros.
  4. No nos preocupamos por el éxito de nuestro negocio; hacemos nuestro negocio para agradecerle por lo que Él está haciendo y para ser de bendición en nuestras comunidades.
  5. En lugar de pedirle que sane nuestra soledad, nos acatamos a la verdad de que Dios es suficiente.
  6. No nos lamentamos por los errores de ayer, sino que estamos conformes con las bendiciones de hoy.
  7. En lugar de temblar cuando nuestro bote se está hundiendo, hacemos que Dios sea el ancla de nuestra alma. Apuntamos a los demás a conocerlo como su Roca.
  8. Cuando las respuestas no llegan, vamos al pie de la cruz y dejamos nuestros problemas allí. Damos testimonio de su bondad en abundancia como en escasez.
  9. En lugar de desear la abundancia en nuestra cuenta bancaria, tenemos en cuenta las riquezas que Él derramó.
  10. No elegimos nuestras batallas; se las entregamos todas al Señor.
  11. En lugar de pedir éxito, tenemos éxito en confiar en Dios primero.
  12. Y finalmente, cuando Dios parece estar callado, callamos las distracciones para poder escuchar el susurro de Su voz.

Que Dios cambie nuestros corazones para responder con Su corazón ante nuestro mundo quebrado y dolido. ¿Cómo puedes vivir tu papel como iglesia en este tiempo donde la muerte acecha?

Escrito por Darío Torres

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Estudio de salmo 92:5 – 91:5-6

Salmo 92:5

No tengas miedo de los terrores de la noche ni de la flecha que se lanza en el día.

¿A qué le tienes miedo? ¿Conoces tus temores más profundos? Como adultos hemos aprendido a superar o, muchas veces, a ocultar estos miedos. Por otro lado, los niños demuestran sus emociones tan cual las viven. Y es por eso, que quisiera contarles lo que aprendí acerca del miedo a través de los ojos de mi hijito de tres años.

Era una tarde de Halloween, mi pequeño jugaba con sus primos. Sonó el timbre y como antes había visto a niños que pedían dulces vistiendo inocentes disfraces, el abrió la puerta. Acto seguido oigo un grito aterrador, corrí y solo vi unos zombis adolescentes atónitos a la puerta, mientras que mi hijo había huido. Lo encontré al fin, en posición fetal, tras una puerta. No reaccionaba, yo desesperada lo acunaba en mis brazos… así pasaron eternos minutos hasta que soltó el llanto que duró media hora. Parecía no escuchar mis palabras, mis oraciones, no sentir mi amor, desconectado parecía sufrir intensamente en su interior. Por fin se calmó, pero pasaron años de acompañamiento, consuelo, oración y amor para que descubriera que ya no sentía miedo.

Lo primero que aprendí es que en un momento podemos estar bien y al próximo, un repentino golpe de miedo nos puede paralizar al punto de sentir que podríamos morir. Segundo, la desconexión física y emocional es tal que nos aísla de nuestra fuente de amor y paz, y pareciera que no hay forma de volver a conectarnos. Y tercero, como mamá, hubiera dado lo que fuera para hacerle ver a mi hijo que desde mi perspectiva lo que lo aterraba, tenía solución y que, en su caso, no era un peligro real. Pero para una persona asustada la amenaza lo es todo.

El temor es intrínseco al ser humano, pero en este salmo vemos que el poeta está confiado en que si está conectado con Dios y si el Padre está en control, nada de lo que suceda le provocará temor porque Su perfecto amor echa fuera el temor. Esta seguridad se arraiga en su cercanía al Padre, dando lugar a cultivar esa confianza total.

Al igual que es salmista, ¿puedes mirar a tu Padre a los ojos y confesarle tus miedos? Imagínate como un niño acunado entre sus brazos y al volver a leer el versículo, ¿puedes recibirlas como Su consuelo directo? Piensa que está diciéndote, “No temerás… porque Yo estoy contigo en lo que estás enfrentando.” Te invito a tomar unos momentos de reflexión.

Escrito por Patricia Tamara Cofre

Salmo 91:5-6

No tengas miedo de los terrores de la noche
ni de la flecha que se lanza en el día.
No temas a la enfermedad que acecha en la oscuridad,
ni a la catástrofe que estalla al mediodía.

¿Qué es el miedo? Según el diccionario de la Real Academia Española un significado de la palabra es: angustia por un riesgo real o imaginario. Su sinónimo, temor, es la pasión del ánimo que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso. Podríamos explicarlo como una sensación que aparece cuando percibimos una amenaza y es considerado un mecanismo de supervivencia. Sin embargo, cuando el miedo es algo que nos domina, puede paralizarnos o inmovilizarnos por mucho tiempo.

La lista de detonantes de miedo puede ser interminable, el Salmo 91 señala algunas fuentes que podrían encerrar casi todos nuestros miedos. Los terrores nocturnos solían asechar nuestra niñez y despertábamos de pesadillas, aterrados sintiendo que el peligro era real. Siendo adultos se pueden traducir en desconocer lo que esconde un porvenir incierto, nos sentimos indefensos y aunque el peligro no sea real nos socaba el alma y nos paraliza. Las flechas como sinónimo de guerra, ilustran la violencia de enemigos que atacan con motivos según ellos justificados como económicos, territoriales, de poder y ¡hasta religiosos!  Las guerras y violencia destruyen la paz y todo a su paso dejando traumas físicos y emocionales de por vida. Por último, la enfermedad y la muerta que atacan inmisericorde con dolor y angustia a todos por igual pero especialmente a quienes no tienen acceso a medicinas, vacunas, higiene etc. Pandemias como la que vivimos en nuestros días nos dan razones sobradas para sentir temor. Las catástrofes naturales sorprenden con enorme destrucción y víctimas fatales. El hecho que todo esto se sale de nuestro control, aumenta la incertidumbre e impotencia haciéndonos sentir temor.

Cuando el miedo es momentáneo podemos decir que es un mecanismo de defensa, sin embargo, cuando este se prolonga en la vida, paralizándonos cada vez que vivimos situaciones similares son considerados traumas, generalmente asociado a heridas emocionales profundas. Dios quiere cuidarnos y quitar nuestros miedos y esto lo hace por medio de su amor. Dice la Biblia en 1 de juan 4:18 dice que “En el amor no hay temor y el perfecto amor hecha fuera el temor.”

¿Cuán amado te sientes por Dios? ¿Podrías entregar tus temores a èl?

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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Devocionales

Estudio de salmo 91:3 – 91:4

Salmo 91:3

Te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales.

En Estados Unidos cuando alguien estornuda es amable decir “Bless you” que significa ¡Bendición! En una ocasión alguien me contó el origen de esta tradición y se remonta a un tiempo en que se creía que cuando una persona estornudaba su alma se elevaba del cuerpo y espíritus malignos podían invadir el cuerpo provocando enfermedad. Al decir ¡bendición! Se evitaba que eso pasara.
A lo largo de la historia ha habido diversas cosmovisiones respecto a las enfermedades. En tiempos de Jesús por ejemplo eran el castigo que recibía alguien por pecar o en el caso de una enfermedad de nacimiento podía ser el castigo por el pecado de los padres de la persona enferma. En diversas culturas, las enfermedades son causadas por espíritus que atacan a las personas causando las dolencias. En la actualidad hay personas que hablan de un desequilibrio de las fuerzas internas. Otras personas las señalan como una somatización de una emoción o sentimiento y por otro lado la ciencia cataloga sus causas a diversas razones tales como bacterias, virus, desequilibrios hormonales, etc. Sea cual sea la nuestra visión al respecto, la enfermedad es algo por lo que no nos gusta pasar. Y el Salmo 91 en este versículo nos dice que Dios nos protegerá de enfermedades mortales. Ahora ¿Cómo explicamos las enfermedades que suceden a nuestro alrededor? ¿Cómo explicamos las enfermedades que tenemos nosotros mismos? ¿Cómo explicamos que hay una pandemia que está afectando a todos?
Aunque existen muchos ángulos para contestar a estas preguntas, la explicación en la que quisiera reflexionar es la que Jesús en Juan 9:2 le dio a los discípulos. Cuando le preguntaron quién había pecado, si el ciego de nacimiento o sus padres, Jesús respondió, “No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó Jesús—. Nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él.” Es decir, para que las obras de Dios se manifestaran en él. Para que la presencia de Dios se hiciera real a través de una sanidad.
En estos tiempos Dios quiere seguir haciéndose presente, quiere mostrar su gloria a través de esta pandemia, puede ser por medio de protección, por medio de resistencia al virus, por medio de sanidad e inmunización de las personas o simplemente para unirnos a él, unirnos a nuestras familias o a quienes queremos. Para mostrarnos su amor y consuelo en medio de sufrimiento y dolor por la muerte de personas que fallecen. Sea cual sea la razón Dios solo quiere acercarse a ti. ¿Puedes reconocer cual es la forma en que Dios quiere manifestar su poder en ti? ¿Puedes ver qué está haciendo Dios en las vidas de otros con esta pandemia?

Escrito por Patricia Tamara Cofre

Salmo 91:4

Con sus plumas te cubrirá
y con sus alas te dará refugio.
Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.

Sabemos que Dios es Todopoderoso, Creador, el Infinito… pero, ¿cuándo fue la última vez que le contemplaste como una madre protectora? Te invito a meditar en esta imagen por un instante. Imagina esta escena… los cascarones acaban de abrirse y pequeñas bolitas felpudas se abren paso a la vida. Son pollitos hambrientos, indefensos, friolentos y gritones. Mamá gallina quita los cascarones del nido y los acomoda bajo un plumaje suave y abundante, los junta y ellos responden con un piar suavecito, ya pueden dormir confiados, se entregan al calor con que su madre transmite cuidado y amor. Duermen tranquilos, pero despiertan hambrientos y ella diligente busca y provee semillas y lombrices. Los llama a comer con un sonido suave pero firme y ellos la siguen- comiendo y piando, conversando felices sin preocupaciones. De pronto una sombra en el suelo anuncia un ave de caza planeando sobre ellos, lista para lanzarse sobre uno de esos suaves bocadillos. Los pollitos aterrados gritan y corren a toda velocidad para esconderse, no bajo una roca, no bajo un palo o una rama o una hoja sino bajo las alas tiernas pero seguras de mamá. La gallina con sus alas desplegadas y su plumaje inflado hace saber al ave raptora que ella defenderá con su vida a los pequeños. Así crecen y se transforman en fornidos y orgullosos gallos coloridos o en gallinas que repetirán el ejemplo de mamá de generación en generación. A esta imagen cálida, el poeta compara al ser humano con los polluelos y a Dios como esa madre amorosa, proveedora y protectora.

Esta es sin duda una bella comparación que culmina con la frase “Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección.” Esta frase nos permite encontrar sentido a la imagen anterior. Todas las mentiras o medias verdades con las que nos manipula el padre de toda mentira y todos los peligros por los que pasamos al vivir en una realidad caída, debilitan nuestra identidad y no nos desarrollamos para ser los seres con todo el potencial que éramos en el diseño original. Sin embargo, nos basta el trato tierno, seguro y amoroso de nuestro amoroso Dios para recordarnos de nuestra verdad como seres hermosos, emocional y espiritualmente fornidos, con alta autoestima. De este modo, las fieles promesas con que nos trata Su ternura y Su amor, son el mejor escudo protector con el que podemos estar confiados.

¿Qué promesas has olvidado cuando el miedo se ha apoderado de ti? ¿Cómo te está invitando Dios a recordar Sus promesas diariamente para habitar bajo sus alas cada día? Especialmente durante este tiempo de cuarentena y quietud, donde el maligno puede plagar tu mente de mentiras, ¿qué hábitos puedes cambiar para correr a Su abrazo y recibir Su protección ante las amenazas?

Escrito por Patricia Tamara Cofre

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