Salmo 91:15

Cuando me llamen, yo les responderé;
estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré.

Era de madrugada, cuando de repente se despertó, adolorido, asustado y con un instrumento médico dentro de su garganta que le apretaba fuertemente.  Quiso sacárselo a la fuerza pero alguien lo impidió, lo calmo, quitó su dolor con alguna medicina y luego aquel joven pudo descansar bien esa noche. Después de algunos días, este paciente fue dado de alta del hospital y cuando le contaron toda la historia de ese día recuerda con profundo cariño y respeto a aquel médico desconocido que estuvo junto a él, que lo libró del dolor y de la desesperación y finalmente lo curó. Por un accidente que casi le cuesta la vida, ese muchacho llegó a conocer a aquel “héroe” que no descanso sino estuvo cuidando de él todo ese tiempo.

Si bien esta historia de aquel paciente joven se puede repetir una y otra vez en diferentes situaciones y contextos, la vida nos da la oportunidad de conocer a aquellos diferentes héroes íntegros de carne y hueso, y que en algunas ocasiones incluso llegan a dar su vida por otros en cumplimiento de su deber. ¿Has pensado en Jesús cómo un héroe de esa manera? Cuan más grande es el amor de Dios por sus hijos, y Él jamás podrá retractarse de su palabra y de su promesa. Podemos estar totalmente seguros que cuando le llamemos, Él siempre estará ahí sin importar día ni hora, por cualquier situación que estemos enfrentando Dios nos escuchara y más aún nos responderá.

A pesar de que en ocasiones sentimos que solo podemos percibir su silencio como respuesta; no nos desanimemos, que aquel buen Dios está pronto a ayudarnos y a librarnos de nuestras angustias. No sabemos cómo, pero Dios siempre cumple su promesa.  Alguien dijo alguna vez, “Lo mejor no es conocer la respuesta, sino conocer a Dios.” Si lo conocemos de esa manera profunda, sincera y simple Dios se manifestará en nuestras vidas. Y no solo que nos libra, dice su promesa, ¡sino que nos glorifica! En otras palabras, nos eleva y nos reconoce como sus hijos. El libro de Hebreos dice: “Sin fe no es posible agradar a Dios…” Con lo único, pero lo más importante, que contamos se llama fe.

¿Qué testimonios puedes dar sobre su amor, su compasión y su perdón en tu propia vida o de tu familia? Toma un momento y agradécele por eso declarándole que Él jamás te ha fallado hasta ahora. Dile a tu alma “lo he buscado y me ha respondido.” ¿Puedes abrazar esa verdad y creer que Dios siempre está contigo?  Ciertamente Dios es para nosotros como un héroe; aquel “héroe” que nunca descansa.

Escrito por Patricia Tamara Cofre